Por: Marcelo Trivelli Oyarzún.
Presidente Fundación Semilla.
Las redes sociales no son inocuas y tampoco son neutrales. Están diseñadas para captar, mantener e incrementar la atención y el enganche de sus usuarios. Son riesgosas sobre todo para niñas, niños y jóvenes, porque la adicción a las redes sociales es un fenómeno real.
El consumo de redes sociales, al igual que el juego, el tabaco, el alcohol o las drogas, libera dopamina, una sustancia química que genera sensaciones de placer. El modelo de negocio de las redes sociales apunta a jóvenes, para que permanezcan el mayor tiempo posible conectados a sus plataformas generando significativos ingresos publicitarios.
La respuesta cerebral a los estímulos es diferente en cada persona. Las principales variables diferenciadoras son de tipo psicológico (autoestima, ansiedad, depresión), factores sociales (presión social, estructuras familiares, normas escolares), de tipo genético (mayor propensión a generar dopamina) y etaria (mientras menos edad mayor riesgo).
En Estados Unidos de Norteamérica, 41 estados de la unión más el Distrito de Columbia demandaron a Meta, propietaria de Facebook e Instagram. Los fiscales generales de estos estados señalan en su demanda que el director general y su equipo impulsaron los esfuerzos de Meta para captar usuarios jóvenes y engañaron al público sobre los riesgos que implica el consumo de redes sociales y las posibilidades de generar adicción.
En Chile estamos lejos de llegar a esta situación, por cuanto, no tenemos legislación al respecto. Hubo un intento cuando cinco senadores: Girardi, Goic, Chahuán, Coloma y De Urresti ingresaron el 1° de septiembre de 2021 un proyecto de ley que regula las plataformas digitales. Según consigna la tramitación del Boletín N°14.561-19, desde abril de 2022 el proyecto de ley duerme en la Comisión de Desafíos del Futuro, Ciencia, Tecnología e Innovación.
En dicho proyecto de ley, es destacable el Art. 8º. Protección a personas vulnerables. “Los proveedores de plataformas digitales tienen la obligación de proteger la imagen e integridad de las personas que la ley considera vulnerables, sea por su edad, condición u otra circunstancia análoga. Para ello, deberán tomar medidas que adviertan del contenido sensible a que tales plataformas los expongan cuando conste su naturaleza adictiva o, por algún otro motivo, su contenido esté dirigido esencialmente a personas adultas. En este último caso, deberán contar con mecanismos de verificación de edad apropiados”.
Las redes sociales son una contribución significativa a la sociedad, pero los aspectos positivos de ellas no pueden hacernos ignorar los riesgos y consecuencias negativas que pueden tener, sobre todo en aquellos grupos más frágiles y desprotegidos. La experiencia nos indica que los modelos de negocios son amorales y éste también es el caso de las empresas propietarias de redes sociales.
En miras a buscar el bien común, es urgente retomar la iniciativa de legislar sobre las redes sociales para aprovechar sus beneficios y protegernos de los impactos negativos, porque la adicción a las redes sociales es un fenómeno real que está afectando cada vez a más personas, sobre todo niñas, niños y jóvenes.