• Dra. Sandra Castro Berna, académica de la Escuela de Pedagogía en Educación Parvularia, sede Curicó, de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Católica del Maule.

 

Todo cambio significa un desajuste en la rutina diaria de las personas, y en el caso del cambio de horario que se avecina, los niños(as) son los más afectados, sobre todo a nivel de necesidades básicas como: sueño y alimentación.

Lo positivo, es qué, dicho cambio de horario se avisa con antelación; así los padres pueden preparar a los niños(as), modificando unos días antes las rutinas para que se puedan ir adaptando paulatinamente y no resulte tan brusco.

Diariamente puede ir de 10, 15, 20 minutos ajustando tiempo al despertar e ir a la cama, cautelando que las horas de sueño sean suficientes y necesarias según su edad, ya que el déficit de horas de sueño puede influir negativamente en la disposición a los aprendizajes, la asistencia y puntualidad a la ida a sus actividades escolares. El tema más notorio está relacionado con la alimentación, este cambio genera molestias sobre todo en los bebés, que tienen un horario más riguroso y necesario, estos sufren de irritabilidad, llanto y desgano para comer. Coma con ellos, hágales compañía.

La finalidad de este cambio de horario es al aprovechamiento de la luz natural, la que resulta beneficiosa para el proceso de aprendizaje, la iluminación natural favorece la visión de su entorno, es menos cansadora para los ojos (estos realizan menos fuerza para enfocar).

Además, sumamos a los beneficios, la temperatura agradable que aún tenemos a esta altura del año, agregando bienestar a nuestros niños(as) en las primeras horas de clases o actividades escolares.

De todas formas, es normal que los niños(as) presenten incomodidades los primeros días, pero solo por unos pocos, ya se habituarán a su nueva rutina, seamos pacientes y constantes.