- Un panel de mujeres encabezado por la ex diputada María Antonieta Saa en Talca, abordó los crueles vejámenes cometidos por agentes del Estado contra mujeres y las primeras protestas organizadas por feministas.
Descarnados testimonios sobre los vejámenes sufridos durante la dictadura de Augusto Pinochet, entregaron reconocidas defensoras de los Derechos Humanos en una mesa redonda organizada por el colectivo “Mujeres por la Memoria” en Talca.
El panel, encabezado por la ex diputada María Antonieta Saa, convocó a un centenar de personas en el Centro de Extensión de la Universidad Católica de Maule.
“La primera noche permanecí casi siempre de pie, porque estaba en un lugar donde no podía sentarme. Arriba del cuarto había un hoyito pequeño por donde entraba la luz, pero yo igual me perdía si era de día o de noche. Así pasé cerca de cuarenta días. No recuerdo bien”, relató Silvia Sepúlveda, quien padeció crueles torturas en la Escuela de Artillería de Linares, en pleno embarazo de su primer hijo.
“Me pegaron con un churro de goma que tenía alambre adentro. Mientras me pegaban en el vientre me decían ‘Ese no va a nacer’. Yo me daba esperanzas y le decía a mi hijo ‘Tranquilo, ya va a pasar esto’. Me preguntaban por mi compañero, pero yo bloqueé todos los nombres. El último día me golpearon tanto, sobre todo en la cabeza, que me llevaron al Buen Pastor donde después di a luz en cautiverio”, agregó la ex prisionera política, quien a diferencia de su pareja, sobrevivió a los tormentos que experimentó a manos de agentes del Estado.
“Yo hablé desde mi experiencia que fue más bien política. Fui feminista en los 80, cuando nos organizamos contra la dictadura con precursoras como Julieta Kirkwood, que hoy inspira a mujeres jóvenes, e hicimos resistencia junto a las ollas comunes y desde el mundo sindical, con manifestaciones enormes en Santiago y provincias. De alguna manera, las feministas ligamos la lucha contra la dictadura con la lucha por más derechos para nosotras; nuestro lema era ‘Democracia en el país y en la casa’ y al término de dictadura teníamos nuestras demandas muy claras”, sostuvo Saa, quien se refirió asimismo a la actual polarización que vive la élite política.
“Debemos superar esta polarización. Todos tenemos nuestras pasiones legítimas, pero si no logramos domarlas, los avances pueden ser desandados. Debemos apoyar al presidente Boric y hacer del gobierno una administración eficiente. El heroísmo que se nos pide hoy es más pedestre; es el heroísmo de la moderación, de saber caminar, de la tolerancia», señaló la cinco veces diputada y ex consejera regional.
“No lograron amedrentarnos”
Silvia Espinoza, también invitada al encuentro «Mujeres y Dictadura: Testimonios de una Revolución», reveló detalles de su arriesgada cruzada por justicia, como abogada del Comité Pro-Paz y de la Vicaría de la Solidaridad.
“En los primeros días de noviembre de 1973 llegaron a mi casa emisarios del obispo, monseñor Carlos González Cruchaga, para pedirme que asumiera la defensa de los familiares que se agolpaban frente a las iglesias pidiendo amparo, desesperados. Prestamos asesoría frente a los Consejos de Guerra y la Fiscalía Militar, que funcionaba en el Regimiento Número 16 de Talca, y después en otro tiempo, pasado el 80, representábamos a los estudiantes en los juzgados de policía local, que eran detenidos y permanecían en lugares ilegales. Fueron 17 años que viví con el miedo a cuestas”, recordó.
“El soplonaje y el espionaje estaban instalados. La intolerancia y el odio vivieron sus mejores momentos en esos días aciagos. Yo tenía seguimiento permanente, con agentes de la represión en todos lados, que llegaban antes que yo. Con mi secretaria salíamos a mirarlos de frente, desafiantes. Cruzábamos miradas, pero no lograron amedrentarnos”, aseveró.
El evento, patrocinado por la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Ejecutados Políticos y el Colegio de Periodistas de Chile, contó con la asistencia del delegado presidencial, Humberto Aqueveque; y los seremis de la Mujer y Equidad de Género, Claudia Morales; de Justicia, José Eduardo González; de Educación, Francisco Varela; y de Salud, Gloria Icaza; además del director regional del Instituto de Derechos Humanos, INDH, Víctor Ipinza.
Durante la actividad, la coreógrafa Erika Bravo interpretó una cueca sola y la artista Suzanne Golott desplegó un lienzo bordado, que exhibía la frase “Nunca Más”.