Dr. Ricardo Castro, académico de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de la Universidad Católica del Maule.
El cambio climático sumado al fenómeno del niño está generando sus efectos en la dinámica de las precipitaciones, afectando principalmente a la zona centro sur del país, la cual es justamente el área donde se concentra la mayor parte de la agricultura en Chile. En este sentido no es menor mencionar que la constante transformación de los ecosistemas naturales en monocultivos productivos han afectado el paisaje y el ciclo hídrico negativamente, primero por la disminución del agua de las comunidades vegetales y segundo debido a la compactación de los suelos o a la pérdida de su drenaje e infiltración de agua, semejante escenario propicia una mayor rapidez para saturar el suelo y por lo tanto permite una mayor escorrentía superficial del agua hacia los esteros y ríos.
Podemos suponer que la actividad agrícola ha influido significativamente en la gravedad de la catástrofe. Lo segundo que debemos señalar es que los suelos inundados corresponden principalmente a suelos del lecho histórico de los cauces, que deben su alta productividad a los sedimentos acumulados y en ese sentido podemos esperar que los suelos con buen drenaje han tenido un aporte significativo de sedimentos y materia orgánica que podría mejorar su fertilidad. En ese sentido el efecto de la inundación es positivo para la agricultura, lamentablemente la pendiente y la fuerza del paso del agua han generado cuantiosos daños a la infraestructura de cultivos frutales, polines, rejas, alambres, sistemas de riego o canales y también plantas en casos puntuales.
En cuanto a los viñedos, carozos y pomáceas vale la pena considerar que estas se encuentran en su mayoría en dormancia o recién despertando de su periodo invernal, por lo que las inundaciones no generarían mayores problemas de anoxia en las raíces, lo que si hubiese ocurrido si la situación de emergencia fuese en otra fecha de mayor actividad fisiológica para las plantas.
Otro aspecto muy importante a señalar es el tema fitopatológico, considerando que este año se espera mayor humedad y mayores temperaturas al inicio de primavera respecto a otros años donde no afectó “el niño”, es muy probable que las enfermedades asociadas a hongos y bacterias generen mayores pérdidas y costos de producción que años anteriores, considerando los daños a la salud humana y ambientes asociados al uso de plaguicidas se recomienda utilizar herramientas medioambientalmente amigables para su control, de esta forma evitamos problemas sanitarios, ambientales y los altos costos en insumos.
Es importante hacer monitoreos tempranos y frecuentes para evitar daños mayores y aplicaciones innecesarias de insumos agrícolas peligrosos. Este tipo de emergencias agrícolas nos sirven para analizar las consecuencias del diseño de los agroecosistemas y nos dan una oportunidad única de discutir la necesidad de transformar los agroecosistemas en busca de producción sostenible, saludable y que disminuya o mitigue los desastres naturales mediante estrategias de integración de la biodiversidad intrapredial en diseños agroecológicos.