Aún hay mucha gente que cree que la capacidad de pensar y las habilidades cognitivas están determinadas por la genética. Creen que el cerebro tiene un desarrollo y organización fijos, asumen esta explicación simplista para reafirmar diferencias y justificar la supremacía de unos sobre otros.

La investigación científica ha demostrado lo contrario. El cerebro es altamente maleable y puede cambiar incluso en edades adultas. La plasticidad cerebral, también conocida como neuroplasticidad, se refiere a la capacidad del cerebro para cambiar su estructura y función en respuesta a la experiencia, el aprendizaje y la adaptación a nuevas circunstancias.

Desarrollar la capacidad de pensar es un proceso que involucra ejercitar la mente de manera cotidiana y permanente. Es crucial generar el hábito de leer y estudiar, cultivar la curiosidad, evitar prejuicios y promover la empatía, trabajar en equipo, recoger y procesar información, tener visión crítica, generar alternativas creativas, salir de la zona de confort, buscar nuevas experiencias, dedicar tiempo a reflexionar, socializar y tomar decisiones y ser capaz de evaluar sus resultados.

La responsabilidad de desarrollar la capacidad de pensar en niñas, niños y jóvenes está en la familia, la sociedad y el sistema educacional.

Para la mayoría de las familias, sus condiciones de vida, su marginalidad, su carencia de materiales didácticos y de lectura en los hogares y las poquísimas horas disponibles para que mamás, papás y cuidadores dediquen a sus hijas e hijos, hacen que terceros jueguen un rol determinante en este proceso.

La sociedad está presente a través de medios de comunicación y redes sociales que, de manera crítica y generalizada, adormecen y desincentivan a pensar no aportando en el desarrollo cognitivo de las personas.

Ante esta realidad, es el sistema educacional, desde la sala cuna hasta el final de la enseñanza media, quien asume la mayor responsabilidad en el desarrollo de la capacidad de pensar de niñas, niños y jóvenes. Si bien está en los planes de estudio, no siempre se logra como se quisiera porque está demostrado que quienes más aprenden son quienes han desarrollado mayores capacidades de pensar.

En este proceso y, por supuesto con contenidos adecuados a cada etapa de desarrollo las y los estudiantes, en cada actividad o asignatura deben estar expuestos a información variada y diversa, de manera tal que puedan procesar, organizar, comprender y generar ideas, conceptos, imágenes, creencias y conocimientos. En otras palabras, el sistema educacional debe ser capaz de desencadenar en cada estudiante los procesos mentales complejos que desarrollen su capacidad de pensar.

Desarrollar la capacidad de pensar es un proceso continuo que requiere dedicación y práctica constante al igual que el desarrollo de la capacidad física y la destreza deportiva. Se trata de ejercitar la mente y enfrentar desafíos intelectuales para lograr un pensamiento más profundo y significativo en el largo, sinuoso y hermoso camino hacia la libertad.

Por:  Marcelo Trivelli Oyarzún.

Presidente Fundación Semilla.