Dr. Cristhian Almonacid Díaz

Académico del Departamento de Filosofía

 

Estamos en la Semana de la Filosofía.

Es paradojal que la UNESCO haya establecido recién en el 2005 el tercer jueves de cada noviembre como el día Internacional de la filosofía.

Con ello se hace reconocimiento internacional a una actividad de más de dos mil años, porque “la filosofía es una disciplina que fomenta el pensamiento crítico e independiente y es capaz de trabajar en pro de una mejor comprensión del mundo y de promover la tolerancia y la paz».

En fin, más allá de la paradoja, es bueno pensar la celebración, trayendo a colación lo que significa la filosofía en los tiempos que corren.

En este contexto celebrativo, muchas cosas se pueden decir.

Yo solo quisiera mencionar un tema controvertido y debatible (como todo en filosofía).

¿Tenemos una filosofía latinoamericana?

¿Existe algo así como un pensamiento filosófico propio y no imitado/reproducido de la filosofía europea o anglosajona?

Sería iluso y un atrevimiento imperdonable de mi parte resolverlo en pocas líneas, sin embargo, solo quisiera expresar una idea en el que coinciden algunos autores dedicados a pensar esta radical cuestión. Frente al tipo de pensamiento filosófico abstracto, atemporal, logicista y trascendente, el pensamiento latinoamericano se desarrolla a través de una marcada “conciencia histórica” que se despliega como un pensamiento vinculado, es decir, hecho experiencia.

Dentro de lo que podríamos llamar “pensamiento filosófico latinoamericano” no somos lo ente, sino que somos sujetos de experiencia.

Bajo esta marca de la conciencia histórica, es inviable que surgiera en el pensamiento de un filósofo latinoamericano la idea de un “yo trascendente”, pero sí ha surgido la potente idea de la “educación liberadora”, por mencionar solo un ejemplo.

Entonces, bajo esta perspectiva, una filosofía que nace desde nuestro contexto, se caracteriza por el compromiso intelectual por desplegar una experiencia en reflexión.

A las pretensiones críticas de la filosofía del canon (desafío del que un pensamiento latinoamericano tampoco se abstrae por supuesto), podemos complementar con una nota distintiva: asumir el privilegio intelectual de una conciencia marcada por la historicidad de la existencia presente (a contramano de la res cogitans).

Esta conciencia histórica opera sobre el acto reflexivo, abre los caminos de lo que viene.

Es un actuar del pensamiento y un pensamiento que se hace experiencia actuante.

Nuestro pensar filosófico, es reconocer que la historia es coextensiva con la existencia, con la vida misma, aquella que se funda en el pasado y la que transcurre hacia nuevos horizontes.

Feliz día de la Filosofía a todas y todos aquellos que incuban el placer de las preguntas y cultivan la búsqueda incesante de nuevas respuestas.